sábado, 15 de agosto de 2009

ARENA EN EL OCÉANO

A los senderos,

que mil veces observaron

las caricias y besos

del grupo de dos.


Al cielo, nubes y estrellas,

que bajo faldas

se crearon una vez

sueños no imposibles.


A las paredes,

internas o de caliza

que nos escucharon,

o bien, sólo a mi me oyen.


A las melodías,

que elevan mis alas

haciendo vacilar,

o tal vez, en la realidad caer.


A las noches.

A las horas.

A las letras.

Y a mi labor.



A la fraternidad.

A la diferencia.

A mis desvelos.

Y a mi ansiedad.



A lo frustrante.

A lo excitante.

A lo que espina.

Y a lo que alimenta.

¡Por mi suelo!

Que no puedo agregar arena

a un océano.


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